La terapia gestalt ofrece un camino profundo y humano para reconstruir la relación con uno mismo.
Cuando la autoestima se debilita, tendemos a mirar hacia afuera buscando aprobación o reconocimiento, olvidando que la confianza real nace de dentro.
A través de la terapia gestalt, la persona aprende a escucharse, aceptarse y reconocerse tal como es, sin juicios ni exigencias, descubriendo una forma más auténtica de estar en el mundo.
Si sientes que ha llegado el momento de reconectar contigo y explorar lo que estás viviendo desde una mirada más consciente, puedes iniciar tu proceso de terapia Gestalt con Marta Madorrán.
La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos. Se construye a lo largo de la vida a partir de las experiencias, la educación y las relaciones que mantenemos. Cuando en la infancia o en la vida adulta se reciben mensajes de crítica, desvalorización o falta de aceptación, puede generarse una imagen distorsionada de uno mismo, que afecta a la forma en que actuamos y nos relacionamos. La terapia gestalt ayuda a tomar conciencia de esas creencias limitantes, reconocer su origen y abrir la posibilidad de vivir desde una mirada más amorosa y realista.
El enfoque gestáltico no busca “aumentar” la autoestima con frases positivas o técnicas superficiales, sino profundizar en la relación que cada persona tiene consigo misma. Se trabaja desde tres ejes principales:
La persona aprende a observar cómo se trata a sí misma en su día a día: cómo se habla, qué expectativas se impone y cómo se juzga. La conciencia del momento presente permite detectar los automatismos que alimentan la autocrítica.
En lugar de intentar cambiar lo que somos, la terapia gestalt invita a aceptar lo que hay: emociones, miedos, errores y vulnerabilidades. La aceptación no significa resignación, sino reconocer con honestidad lo que sentimos para poder transformarlo desde el respeto.
Recuperar la autoestima implica asumir el poder de decidir cómo queremos tratarnos. La terapia acompaña a la persona a asumir la responsabilidad de su bienestar emocional, aprendiendo a poner límites, expresar necesidades y sostenerse desde la coherencia interna.
Durante las sesiones, el terapeuta puede proponer diferentes dinámicas o experimentos vivenciales que ayudan a reconectar con el propio valor:
Estas experiencias favorecen una mayor coherencia entre lo que se siente, se piensa y se hace, pilar fundamental de la autoestima sana.
El proceso terapéutico genera cambios progresivos pero profundos. Algunos de los beneficios más comunes son:
Más que “aprender a quererse”, se trata de aprender a estar presente con uno mismo, sin esconder las partes que duelen, y desde ahí construir una relación más real y compasiva.
Este tipo de acompañamiento es especialmente útil si:
Cada proceso es diferente, y la terapia gestalt ofrece el espacio adecuado para descubrir qué necesitas y cómo acompañarte mejor.
La terapia gestalt para trabajar la autoestima no busca crear una versión ideal de ti, sino ayudarte a reconciliarte con quien ya eres. A través del acompañamiento, la conciencia y la aceptación, podrás descubrir que el valor personal no depende de la perfección, sino de la capacidad de vivir con presencia y autenticidad.
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